Las agrupaciones, originarias del sureste de Los Ángeles, se presentaron por primera vez en Guadalajara.

La noche del 8 de noviembre, el C3 Stage abrió sus puertas a la comunidad del “lowrider soul” y una diversidad de asistentes que se reunió para escuchar a The Altons y Thee Sinseers.
The Altons abrió el espectáculo con una mezcla de nostalgia y romanticismo: melodías que remiten al soul clásico de los años sesenta y setenta, reinterpretadas con una energía contemporánea. Sus armonías, salpicadas de rock-soul y guiños rítmicos —desde el funk hasta una cumbia sutil—, desplegaron desde el inicio una atmósfera cálida que invitó al público y parejas a entregarse a un baile lento y cadencioso.
Cuarenta minutos más tarde, los integrantes de Thee Sinseers se unieron al escenario y ofrecieron un contrapunto más íntimo y melódico. A pesar de la ausencia de su vocalista principal, Joey Quiñones, la agrupación consiguió mantener la esencia de su sonido: voz y arreglos que remiten a tardes soleadas en East L.A., con una sensibilidad romántica y pausada que envolvió a los presentes.
Para cerrar la velada, The Altons retomó el escenario y se encargó de coronar la noche. En su cierre confluyeron la celebración y la emotividad donde lo retro y lo renovado convivieron en perfecta sintonía, cerrando con uno de sus mayores éxitos, Over and Over.
La presentación de ambas agrupaciones fue, más que un concierto, un encuentro generacional y cultural. Jóvenes y adultos, almas clásicas y nuevos adeptos, compartieron la misma energía. En el público, los atuendos impecablemente elegidos —camisas pulcras, siluetas vintage, peinados cuidados— trasladaron la estética de los lowriders desde la calle hasta el recinto, haciendo del C3 Stage una postal retro del sur californiano.
The Altons y Thee Sinseers demostraron que su esencia trasciende la música: son el latido de un movimiento que celebra la herencia, el amor y la nostalgia a través del sonido. Esta vez, con Guadalajara como testigo, el lowrider soul se sintió más vivo que nunca.
Reseña: María García.
Fotografías: Ángel Ortega.