Caifanes en Guadalajara: una noche para reencontrarse con la historia del rock mexicano
El pasado viernes 3 de Octubre de 2025, el Auditorio Telmex se llenó hasta el último rincón para recibir a una de las bandas más icónicas y queridas del rock mexicano: Caifanes. Con más de tres décadas de trayectoria, el grupo comandado por Saúl Hernández, Sabo Romo, Alfonso André y Diego Herrera ofreció un concierto que fue mucho más que un repaso de éxitos: fue un ritual colectivo de memoria, identidad y emoción.
Desde los primeros minutos, el ambiente se sentía eléctrico. Un público diverso —jóvenes que crecieron escuchando sus canciones y otros que las descubrieron gracias a sus padres— aguardaba con ansias el momento en que las luces se apagaran. A las 9:10 de la noche, los primeros acordes de “Antes de que nos olviden” hicieron vibrar el recinto. La voz inconfundible de Saúl Hernández retumbó con fuerza y calidez, marcando el inicio de una velada inolvidable.
A lo largo de más de dos horas, Caifanes recorrió su vasto repertorio, entregando clásicos que forman parte del ADN del rock en español. Sonaron temas como “Mátenme porque me muero”, “Los dioses ocultos”, “La célula que explota”, “Viento” y “Afuera”, cada uno recibido con euforia y coreado a una sola voz. Entre canción y canción, Saúl agradeció al público tapatío por su entrega y por mantener viva la llama de la banda: “Cada vez que venimos a Guadalajara, sentimos que el corazón se nos multiplica”, expresó ante una ovación que pareció no tener fin.
El escenario, sobrio pero elegante, acompañó con una iluminación precisa que enfatizaba cada momento: tonos azules y rojos para las canciones más intensas, dorados y ámbar para las más nostálgicas. La fuerza interpretativa de cada músico fue impecable; Sabo Romo en el bajo y André en la batería mostraron una química que solo el tiempo puede forjar, mientras que los teclados de Diego Herrera aportaban esa textura única que define el sonido de Caifanes.
Uno de los momentos más emotivos llegó con “Ayer me dijo un ave”, cuando miles de voces se unieron en un canto casi espiritual. Fue un instante de conexión profunda, de esos que recuerdan por qué una banda logra trascender generaciones.
El cierre, como era de esperarse, llegó con “No dejes que…”, desatando una celebración total. Gente bailando, brazos en alto y un grito unánime que resumía la noche: “Caifanes por siempre”.
En tiempos en que la nostalgia suele ser un refugio, Caifanes demostró que su vigencia no depende del pasado, sino de la fuerza con la que siguen mirando al presente. Su música, cargada de poesía, misticismo y crítica social, sigue siendo un espejo en el que se reflejan las emociones de varias generaciones.
Guadalajara fue testigo, una vez más, de un concierto que no solo rindió homenaje a la historia del rock nacional, sino que reafirmó el poder de la música para reunir, sanar y trascender.
Fotografías: Irina Jiménez
