Una noche que parecía imposible… y terminó siendo inolvidable.
Después de cambios de sede, días de incertidumbre y toda una ciudad en alerta punk, Evaristo Páramos finalmente pisó Guadalajara este sábado 21 de junio, presentándose en el Sede Stage, donde miles de asistentes fueron testigos de lo que parecía improbable: un show poderoso, lleno de energía, memoria y mucha emoció.


Lo que inició con rumores, cancelaciones y ajustes de último momento, terminó por convertirse en una noche que dejó huella. Para muchos fue un reencuentro con viejos amigos, para otros la oportunidad de ver por primera vez a una figura clave del punk ibérico, y para muchos más, una descarga musical que recorrió décadas de letras afiladas, gritos colectivos y guitarras urgentes.
Evaristo, a sus 65 años, demostró que sigue teniendo fuego en el escenario. Se aventó cerca de 40 canciones sin pausas largas, mezclando clásicos de La Polla Records, Gatillazo, Tropa do Carallo y otras joyas que hicieron vibrar el recinto. La acústica del lugar sorprendió, el audio respondió bien y, aunque hubo detalles menores, la experiencia se vivió con intensidad total.

Hubo quienes extrañaron algunos temas, pero la entrega general se impuso. No importaba si te sabías todas las letras o solo ibas a ver qué pasaba: el cuerpo reaccionaba solo. Cientos cantaban, bailaban o simplemente observaban con una cheve en la mano y una sonrisa de oreja a oreja. Lo que más se repitió entre el público fue esa sensación de volver a encontrarse: con la música, con amistades, con una parte de sí mismos que parecía dormida.
El evento, además, reunió a generaciones. Gente de 30, 40 y hasta 50 años que alguna vez brincaron, portaron estoperoles o hicieron desmadre, ahora regresaban a un show para vivirlo desde otra trinchera: menos portazo, más compartir.

La producción, a pesar del caos previo, logró resolver. El cambio de sede al Sede Stage fue bien recibido: un lugar más cómodo, techado y con buen acceso. Aunque el concierto parecía destinado a no suceder, el punk resistió, y la banda respondió.

¿Lo mejor? La comunidad. La sensación de pertenencia. De saber que esto —la música, la escena, la conexión— sigue viva. Que Evaristo no vino solo a cantar, sino a recordarnos por qué todo esto sigue teniendo sentido.



Este concierto no solo se volvió una fecha clave para quienes lo vivieron. Ver a Evaristo regresar a México después de muchos años fue más que un show: fue un momento histórico para la escena punk, un encuentro que quedará marcado en la memoria colectiva de varias generaciones.