El pasado sábado 6 de septiembre de 2025, el Estadio Akron de Guadalajara se lució con una lluviesita de gala para recibir a un ícono que trasciende generaciones y fronteras: Shakira. Como parte de su esperado ‘Tour Las Mujeres Ya No Lloran’, la colombiana no solo ofreció un concierto, sino una experiencia que nos invitó a muchos a la catarsis que no queremos pagar en terapia, especialmente entre nosotras, las mujeres.
Previo al concierto, antes de entrar, se sentía una energía de euforia, una mezcla de anticipación y hermandad, muchísimas personas con nuestras pelucas moradas, todos compartiendo la misma emoción y desespero por entrar y verla…. Cuando las luces se apagaron y Shakira apareció en el escenario, el Akron estalló.
No hubo un alma sentada. Verla en vivo, con esa vitalidad que la caracteriza, fue hermoso, cantamos a todo pulmón las rolas viejitas, y bailamos sin parar con las nuevas, y Dios, que caderas, que bailes los de Shakira, era imposible no quedar embelesado con el talento, la gracia, la belleza, la energía de esta mujer. Hubo un momento hermoso donde todo el Akron recordó al unísono a la madre de piqué y celebramos juntas. Parecía más que un concierto y gustaría decir Guau con el show de Shakira, pero en honor a la loba, un aullido parece lo más adecuado… Dió un show de alto nivel, de inicio a fin, una super producción, una entrada que si me hizo pensar “mira como si anda facturando”.
El concierto hermoso, con una energía tan desbordante, que bailabas porque bailabas, en este Tour de las mujeres ya no lloran, la selección de música si que estuvo encaminada a resaltar lo femenino, lo sensual, lo poderoso, lo fuerte, lo capaces y resilientes que podemos llegar a ser, genuinamente creo que fue un espacio de conexión que a más de uno nos recargó el alma y nos hizo saber que todos nos hemos reconstruido mas fuertes luego de las duras experiencias de vida que cada uno afronta.
Lo que más me llevo del concierto fue el menaje de autenticidad y el discurso no dicho, de abrazar lo que somos, con canciones que hablan de desamor, de superación, de fuerza y de empoderamiento. Cada canción fue una declaración y recordatorio de nuestra resiliencia. Escuchar “soltera”, ‘TQG’ o ‘Bzrp Music Sessions, Vol. 53’ en vivo, generó una conexión indescriptible, en ese momento todos fuimos parte la manada de la Loba, recordándonos que vinimos a disfrutar de ser nosotros mismos, antes que complacer a otros y sufrir en los intentos…
Ver a Shakira, haciendo música de sus propias tormentas y emerger más resiliente, me deja inspirada y con la idea de que, sin importar los desafíos, tenemos la capacidad de reinventarnos, de levantarnos y de seguir adelante con la frente en alto. Para mí, el concierto no fue solo un espectáculo, fue un punto de encuentro donde la música se convirtió en un vehículo para celebrar nuestra fuerza, nuestra vulnerabilidad y nuestra inquebrantable capacidad de resiliencia.
Reseña: Laura González.
Fotografías: Jesus Ramírez.
