Desde su anuncio, el Festival Mjazz trajo consigo un montón de intencionalidad; una ruptura para los viejos conceptos que definen al Jazz.


No es que se proponga en contra del jazz tradicional sino, demuestre su nueva posible forma.


Muestra clara fue su cartel. En parte un recorrido histórico de los ensambles tradicionales hasta progresivamente lo experimental e indefinible.


Hablo a partir de aquí desde mi emoción en primera persona. En una serie de mini ensayos.


Llegar tarde. Aún me es difícil calcular los trayectos de la CDMX. Digo que me he tenido que perder a Barrera-Lima, pudiendo llegar al encore de la ONJMX. Así que contaré de mi tarde arribo al parque Bicentenario en la CDMX en adelante.


Empezamos entonces con Los Pream en el MJazz.


Sabía bien lo que se vendría. Según. Al final, quedé interrogante con la misma aseveración como un eco que rebota regresando la misma oración con otro gesto; ¿Sabía bien lo que se vendría?
Estudiar, por decirlo así a Los Pream antes de su presentación me abrió el panorama, justo la intencionalidad del festival.


Lo explico.
Tengo unos años encontrando una relación — probablemente ficticia — entre el new jazz que se propone actualmente en UK y la tambora Sinaloense. Raro, Lo sé. Más no descabellado.


Específicamente instrumentistas como Theon Cross, Nubya García o Lucky Chop refuerzan cada que los escucho este pensamiento.
Creo en silencio, que se trata pues de un rescate de raíces. Navegar en la marea musical que es la experimentación hasta recuperar los orígenes que se hayan en los primeros naufragios históricos, por decirlo de algún modo exagerado.
El mismo sentimiento con Los Pream; un sentimiento cultural rescatado. Desde la sierra Oaxaqueña, pero una sierra que hemos dejado sino en el olvido, en la inexplorada cronológica de su desarrollo musical. Sea, en su modernidad una sorpresa. Una nueva identidad.


Así el estilo de Los Pream y la vanguardia del British Jazz Explosion se cruzan en el mismo principio que es el rescate de las raíces geográficas incorporadas al Jazz tradicional, ese Jazz tradicional que por mucho tiempo fue engendrado por estigmas de clase social y contradictoriamente re apropiado por la blanquitud.


No es nueva la idea que en estos tiempo es casi imposible desarrollar un nuevo género. Es la era de las neo fusiones. Mientras más rompemos géneros más nos acercamos a nuevos caminos por descubrir.
¿Qué tono es ese Richard Bona?
A ver, es que si Bona en esa noche, nos hubiera sugerido matarnos entre nosotros a manos limpias muy pocos lo hubieran cuestionado, por suerte su música nos sugiere un encuentro de calma.


Sé que vuelvo a exagerar con lo que acabo de decir pero me es difícil contar (conste que no dije hacer sentir) lo que yo vi desde el centro de la multitud.


Casi nunca — y mira que he estado en un par de festivales —, he podido presenciar una masa de gente tan en silencio como en la presentación de Bona. Hipnótico sería poco pero se acerca.
Fue entonces que entendí que los asistentes de esa noche tienen una relación muy cercana con la música. Una relación hipnótica sería poco, repito. Pienso en una relación más visceral que esotérica. Una relación más desde las entrañas. Lo primero al despertar. Algo parecido a respirar.


Mientras Bona detenía el tiempo con esos tonos tan suaves (casi espesos, como andar por arenas movedizas, tan seguro lo digo que nunca he andado por arenas movedizas), comencé a preguntarme si los asistentes de esa noche eran músicos, lo habían sido ó si habían estado tan cerca de un instrumento musical para intentar hacerlo sonar. Si en su mayoría había estudiantes o egresados de bellas artes. Así, me di cuenta del problema; ese estigma que es escuchar Jazz.


No siempre fue así, no siempre se sobre analizó técnica y tono. En Black Music el poeta, músico y reportero Amiri Baraka , cuenta que los críticos musicales de los 60´s ardieron en desaprobación tras las primeras muestra del free jazz. Para estos, Coltrane ya no hacía Jazz desde ese momento. Amiri plantea los orígenes del free jazz como un rescate a lo que en su probeta era el ingrediente principal; la intencionalidad. Algo que los críticos de Jazz (en su mayoría blancos) de esa época nunca iban a poder sensibilizar escuchando miles de veces a Coleman o Coltrane, la opresión.


Y todo eso se me estaba olvidando.


Bona ha estado muy tranquilo con sus monólogos. Bona es uno de esos músicos que hacen lo que quieren en el escenario. Tiene su sentido del humor por delante. A veces una pieza, a veces una especie de stand up. Esa noche se ha detenido muy poco para hablar; quizá porque tenía más que decir.
LA NOCHE QUE FOTOGRAFIÉ A GLASPER EN EL MJAZZ.
La noche que fotografié a Glasper tenía de ganas de llorar. Estaba ahí. Frente a Glasper. Con el corazón roto justo un día antes.


La cara de Glasper llena de frustración porque el ingeniero de audio no le solucionaba nada.
Ni siquiera le entendía qué estaba mal con el audio esa noche.


A Glasper le comenzaron a brillar los ojos como quien está a punto de llorar por la frustración.


Bajé la cámara. Apreté la empuñadura. Me di cuenta que no había asimilado nada del día anterior. Ni del largo viaje en carretera. Había despertado apenas ahí. En CDMX. En el pit de prensa. Frente a Glasper.


Glasper se miraba con alguien al fondo del Back Stage, al costado del escenario. A su derecha. Como diciendo todo es una gran estupidez. Continuar es una gran estupidez.


En cualquier momento se levantaría. Se iría, sin más.
Yo lo querría. Salir de ahí también.
Glasper yo te entiendo le decía, como quien consuela al personaje de una película desde el sofá, las cosas nunca, por más que se repitan saldrán como quieres.


Fue hasta que Glasper sonrió. Todo dejaría de ser música de fondo a partir de ahí. La tensión se liberó. Se propagó el sonido. Yo regresé de donde andaba perdido. Regresé. Frente a Glasper.


No estoy seguro de qué escuchaba mal Glasper esa noche. Al inicio había un extraño ruido penetrando todo el aire. Lo acepto. A mí percepción no duró mucho.


Lo que haya sido tengo la certeza que sólo Glasper podía escucharlo. Y más, decidió dejar de escucharlo para continuar.


Glasper yo te entiendo, le repetía como quien habla con un animal que apenas aprende sobre el dolor. Hay que continuar aunque parezca una estupidez.


Composición de un cometa.
¿Qué es un cometa? Sino las ganas de colisionar con algo. La promesa de la catastrofe, el alivio del fin tras el impacto.


Es que si a algo se asemeja The Comet is Coming es a la profecía de un nuevo comienzo.


King Shabaka, BetaMax, DaveAnalogue son los elementos que componen al Cometa.


Shabaka Hutching es uno de los músicos del nuevo jazz con más influencia. Posiblemente no desde su nombre.


Shabaka cuenta con bastantes proyectos que han marcado lo que el nuevo jazz necesita para salir a flote; Shabaka and the Ancestor, 10 000 Kings, Sons of Kemet. Junto a Gilles Petterson y la iniciativa de la compilación de We Out here que actualmente culmina en la cuarta edición del We Out Here festival.


El festival MJazz nos ha hecho testigos de la primera visita del Cometa, un reinicio para algunos esa noche. No creí que Shabaka fuera tan tímido ante el público. Me ha hecho pensar en la autenticidad de su instrumento y el mensaje que lleva a todas partes.


MJazz supo la dosis que necesitábamos para cerrar el festival. Un festival lleno de buena cerveza, buena música, buena comida y mucho pasto con tapetes para descansar las rodillas.


Nos hemos desarmado ante el cometa. El impacto de nuestros cuerpos con otros cuerpos. Saltando, gritando, buscando un refugio en el baile mientras atraviesa el cometa.


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En fin, un gran festival. Abogo por festivales de este tipo. Gran iniciativa del MJazz, estoy con ansia por la segunda edición.


Seguro que los organizadores se mantendrán al día con los talentos. Aún tras el riesgo el Mjazz a mi forma de verlo y por su primera edición concluyó con éxito.


¡Nos vemos en 2024!