La cita fue al sur de Zapopan en el recientemente inaugurado C4 Concert House, nombre bien dado, desde solo llegar al lugar, te das cuenta de que será una experiencia explosiva e impactante; la iluminación se hace presente desde el primer momento, el espacio y la distribución del mismo, y el sonido ni se diga.

Puntuales las puertas abiertas, con todo el equipo de logística y seguridad listos para darte la bienvenida a lo que se siente tu nuevo recinto favorito. Un pasillo te adentra al lugar, a un lado en el fondo una barra lista para surtirte de tu bebida favorita o una cerveza bien helada, del otro lado la merch oficial presagiando el contenido y el mensaje con los diseños tan únicos, coloridos, psicodélicos, un vinil especial, camisas y accesorios varios te hipnotizan para que quieras llevarte algo para el recuerdo.

Ya estando en el pit, con un aforo considerable, Colores Santos fueron los encargados de preparar el campo para la llegada de Los Espíritus. Iniciando con un aire westen style, suave pero intenso, demostrando y sorprendiendo con músicos invitados, un sax y una trompeta implacable, asi como sonidos e instrumentos alternativos y experimentales.

Escalando el ritmo y la alegría, Colores Santos fue soltando a la audiencia con sonidos más movidos, puentes místicos entre cada canción, llegando incluso a mezclar influencias regionales y rancheras interpretando su canción “Hombre Gato” poniendo a bailar a un C4 cada vez más lleno, cerrando su intervención dejando a todos entusiasmados.

Un intermedio lleno de movimiento, con parloteo y mucho ánimo en el aire, con un pit cada vez más y más lleno nos abrimos paso entre el público y aprovechamos para recabar las expectativas de los fans, los cuales emocionados esperaban escuchar los clásicos y oldies, no tanto el nuevo material como tal.

Sin más aparecieron Los Espíritus, rock latín-psicodélico, de Buenos Aires, Argentina para el mundo desde el 2010. “Los espíritus, saben jugar muy bien con la ambigüedad entre las sombras y las luces, dejando una sensación que hace honor al nombre de la banda”, e Con un buen intro a manera de sample capturan la atención y son bien recibidos por un C4 lleno y entusiasmado, la confianza de Maxi Prietto ante el escenario y su relación con el micrófono eran naturales, él sabía lo que hacía, es evidente el dominio de las cuerdas en la armonía sonora, sin embargo, la percusión ha hecho lo suyo, tal como podemos ver al fondo del escenario a Felipe Pipe Correa marcando el ritmo.

Al frente Maxi, Miguel Mactas, Martin Ferbat, con sus respectivas guitarras y bajo, dirigiendo una danza que emula el ambiente de otra época, donde bailar era lo único importante. Visuales cálidos, acompañados de psicodelia e intimidad, comunicando todo a través del lenguaje que hablaban las cuerdas, con un frenesí imparable empezaron a sonar himnos que la audiencia no paraba de corear, entre ellos Noches de verano”, letra que nos hace cuestionarnos sobre las críticas al vocalista relacionado con sus denuncias de tipo sexual, nos recuerdan enseguida porque su música nos gusta tanto, ya que, son capaces de hacernos pensar en la oscuridad que nos habita.

“Cuando vea a la sombra como hermana de la luz”… nos recuerda que tenemos que enfrentar la constante guerra entre el ser buenos y malos, en su justa medida si bien nos va. O bien, saber hacer algo con lo malo que nos sucede, “sublimación” puede ser una palabra para enunciar una manera de proyectar lo que sentimos de manera productiva o positiva, el arte es, en general, la máxima expresión de todo lo que como seres humanos sentir.

Una noche llena de energía y todo tipo de emociones; nostalgia, alegría y sentimentalismo, sensualidad, misticismo, éxtasis y mucho disfrute marcaron la memoria de todos los presentes que disfrutaron de interludios participativos con consignas que gritaban comunidad argentina con su tan distinguido acento y palabras oriundas, que eran bien recibidas y correspondidas con brindis y hasta un beso bien tronado en el micrófono por parte de Maxi.

Jugando con los altibajos de la montaña rusa a la que nos subieron con la conexión musical que se formó, cada integrante tuvo su momento de solo para dejarnos claro la calidad de músicos que teníamos en frente, cuerdas parlantes, baterías fuertes y bien atinadas, bombos salvajes y frenéticos invocaron más de una vez el mítico “Ole Ole Ole Espi-ritus!”, hubo una persona desmayada, baile, saltos, locura y agasaje increíble por parte de la audiencia que más de una vez corearon al unísono “¡Otra, Otra, Otra!” o la variable argentina “¡Una más y no jodemos más!.

Para terminar dejando a Los Espíritus conmovidos, improvisando una última canción fuera de su set preparado dando fin a lo que sería su segunda presentación en lo que va del año en Guadalajara Jalisco, tierra que sin duda anhela su regreso como si fuera su segunda casa.

Fotografías: Elizabeth Hernandez.

Reseña: Kat Navarro.